Finalmente ambos tuvieron que marchar por caminos separados hacia sus respectivas clases ya que las de Mike eran en otra facultad, a unos cinco minutos de la de medicina.
Y cuando ambos amigos se separaron Alis se topó de cara con la realidad.
La gente caminaba como cualquier mañana hacia sus respectivas clases, pero no era una mañana cualquiera. Aquel despliegue decorativo no pasó desapercibido para el joven pues solo de entrar a la facultad se encontró que todo estaba preparado acorde a la tan importante fecha. El hall estaba prácticamente irreconocible con todos aquellos carteles, guirnaldas y demás parafernalia patriótica.
Aquel era el día en el que cada año se conmemoraba la fundación de Vitrubia, hacía ya 150 años. Se trataba de una fecha de vital importancia en la que “supuestamente” se elogiaba la creación de la urbe y a sus fundadores primeros.
Vitrubia era una de las esperanzas surgidas tras la “Gran Guerra” (bueno, ese era el nombre que le daban los libros), más conocida también como la “Tercera Guerra Mundial”.
Aquella fue una época dura y oscura en la que el mundo se sumió en las tinieblas, las bombas llovían incesantemente sobre la población y las calles estaban atestadas de militares las 24 horas del día. Varias áreas del mundo quedaron devastadas e inhabitables por el uso de armas nucleares en el territorio, problema que de haber continuado y no haberse logrado llegar a un cese de su uso bien podía haber terminado con el mundo tal y como lo conocemos.
En definitiva, una masacre. Sin duda la guerra más brutal que hubiera sucedido jamás. Y había llevado años y años recuperarse de aquello.
Según los registros oficiales la guerra comenzó debido al colapso económico que sobrevino tras montones de factores más que se acumularon uno tras otro; tales como el aumento de las rencillas entre los antiguos países, y su posterior declaración de intenciones; el auge del terrorismo en pos de la religión; asi como el hallazgo de armas de destrucción masiva en diversos territorios, y otro tanto de factores más que se fueron uniendo y haciendo la bola más y más grande.
Fueron tiempos de muerte, hambre y sufrimiento; tiempos de los que la gente prefería olvidarse pero que siempre estarían presentes en la memoria colectiva de manera irremediable.
Con el paso de los años, asi como el descontrol total que se produjo y que solo iba en aumento, fue necesario el orden y para ello surgió la “Nueva Sociedad de Naciones”; una especie de renovación de una organización anterior que al igual que su predecesora aunaba a las más grandes naciones de la tierra con un único propósito: lograr establecer la paz (o al menos eso era lo que se decía en los registros oficiales).
Con el surgimiento de dicho organismo e inmediatamente posterior a él y con el objetivo de alcanzar el tan ansiado cese definitivo de las hostilidades, fue necesario el establecimiento de un “Nuevo Orden Mundial” que englobara a todas las naciones en su conjunto. Un nuevo gobierno mundial con una nueva economía y un sistema totalmente renovado basado en la objetividad y el razonamiento más puro y correcto, en el que cosas tan triviales y subjetivas como la religión o las propias creencias de una persona (por no decir su pensamiento y raciocinio) no tenían lugar.
Con estas premisas establecidas, las naciones en consonancia y los acuerdos firmados, enseguida se tomó una serie de medidas que establecieran el total cumplimiento de los nuevos principios mundiales. El mapa mundial fue completamente reconfigurado y reorganizado. Fue prohibida toda clase de manifestación religiosa asi como sus practicantes acabaron perseguidos en pos del bien colectivo. Se argumentaba que la religión podría llevar a otra guerra de nuevo y para nada se deseaba algo así.
Del mismo modo con la desaparición de estas formas de vida la sociedad se fue volviendo más y más cerrada y pragmática, siendo cada vez más notoria la diferencia de clases. Asi el mundo comenzó a dividirse de forma “justa” y comenzaron las marcadas diferencias entre clases, entre los “más aptos” y los “menos aptos”. Ya desde el nacimiento la gente era marcada según este criterio, educada dependiendo de la clase a la que perteneciera, y era muy difícil (por no decir casi imposible) aspirar a más. Según este nuevo principio había unos pocos que ostentaban prácticamente todo el poder y la riqueza “los más aptos”, aquellos que bien podrían compararse con los faraones egipcios o los emperadores romanos, que se creían elegidos por los dioses para gobernar al pueblo. Estos tenían todas las comodidades y a partir de ahí la jerarquía era cuestión de bajar y bajar más y más, hasta llegar a su punto último. En ese escalón se encontraban los marginados del sistema, aquellos que ni siquiera podían ser considerados aptos, los más pobres de todos; aquellos que en otro tiempo llegaron a ser llamados parias. Estas personas malvivían como podían, ajenos a los lujos de los que otros disfrutaban, e incluso era escaso el número de personas que sabía realmente de su existencia, del mismo modo que los que lo sabían preferían ignorarlo. La distancia que los separaba de los demás era abismal y no se les permitía ni el mero derecho de vivir en la ciudad. Incluso los gobernantes se decidían entre un numero selecto de las familias más aptas de cada país o ciudad.
Si uno se paraba a pensarlo era una completa locura. Los registros hablaban de sociedades en el pasado con una división de clases similar. La única diferencia era que en esta nueva sociedad “supuestamente” la división era debida a las cualidades genéticas de las personas. Pero por muchos nombres y explicaciones que quisieran darle al asunto al final era lo mismo. No había cambiado nada, no había evolucionado ni un ápice tras la guerra. Incluso se podría decir que la sociedad no había sino empeorado de forma notoria.
Sin embargo el sistema era muy claro: si ibas contra él no te esperaba nada bueno.
En todo momento el control de las autoridades se hacía de notar en cada rincón. La ciudad era vigilada las 24 horas del día, los 7 días de la semana, los 365 días del año, sin descanso. Sus integrantes también se encontraban bajo vigilancia constante. Nadie podía marchar a ningún sitio sin su pulsera identificadora, lo que antes se llamaba papel moneda había desaparecido por completo del mundo y ahora los tramites se realizaban con dinero digital, ya que “supuestamente” era más seguro y así podría prevenirse más fácilmente un nuevo colapso económico. Del mismo modo si alguien manifestaba creencias o acciones opuestas a las establecidas enseguida la policía hacia acto de presencia para llevarse a dicho individuo y aplicarle las “medidas disciplinarias necesarias”. Todo ello era por supuesto en pos de la “seguridad y bienestar de los ciudadanos”.
Era prácticamente un gobierno del miedo, una verdadera barbaridad que nadie hubiera permitido. O al menos asi sería si la gente fuera plenamente consciente de lo que sucedía a su alrededor. Ya no se sabía si es que el miedo los cegaba… ¿o habría quizás algo más?
Alis marchaba por los pasillos, pensativo, observando la decoración estival que la gente portaba ya fuera en forma de camisetas, chapas, banderitas con el emblema de la Nueva Sociedad de Naciones o con el símbolo de Vitrubia. Era un día especial, o al menos eso se suponía. Sin embargo por alguna razón el joven llevaba ya varios años dudando de si realmente todo aquello era correcto, y sus dudas no hacían sino acrecentarse cada vez que aprendía más acerca del funcionamiento del mundo y la historia detrás de todo ello. Había demasiados huecos en blanco, demasiadas cosas que no encajaban.
Vitrubia fue el rayo de esperanza que la gente necesitaba cuando más lo necesitaba. La fundación de esta y otras tantas ciudades más como ella por todo el globo terráqueo se consideraba un gran hito en la historia de la humanidad, un símbolo de la paz alcanzada tras aquellos largos y oscuros años de guerra. Todas estas ciudades especiales y únicas que embellecían cada país con su conocimiento, estaban a la vanguardia de la tecnología y los avances científicos de cualquier índole. Pero si había algo por lo que Vitrubia destacara especialmente era sin lugar a dudas la medicina y el conocimiento del ser humano. Asimismo su nombre se debía al famoso hombre de Vitrubio del gran artista e inventor de otra época pasada Leonardo da Vinci. El lema de la ciudad iba acorde a la filosofía de su símbolo: darle prioridad a la vida humana ante todo. Pero… ¿qué vida humana? ¿Cómo una sociedad clasista tan marcada y cerrada podía decir esas cosas? No tenía ningún sentido después de todo, o al menos Alis no se lo encontraba.
Respiró profundamente tratando de alejar todas aquellas dudas y preguntas de su cabeza y entonces se dio cuenta de que de tanto caminar distraído había acabado llegando a la puerta de su clase. Podía haber cogido la cinta mecánica perfectamente, al igual que hacía la mayoría de estudiantes debido a que la facultad era enorme, pero siempre había preferido caminar. Su madre desde muy niño le enseñó a no confiar demasiado en la tecnología y hacer las cosas por sí mismo, y esa lección Alis la llevaba a rajatabla.
Se dio unas suaves bofetadas para despejarse diciéndose a sí mismo que debía estar tranquilo, que todo iría bien y seguramente bordaría el examen.
Y una vez se hubo calmado del todo entró a la sala.
…
-¿Y dices que Laura se sentó a tu lado? ¿Wow tío y tú te callaste como un muerto?
Los dos chicos caminaban en dirección a la cafetería de la facultad de desarrollo de nuevas tecnologías, listos para buscar su almuerzo. Habían pasado ya varias horas y, como era de esperar, ambos estaban hambrientos. Alis se había pasado cuatro horas con el examen y necesitaba una bien merecida comida para reponer fuerzas.
Marchaban por los largos pasillos de la universidad de Mikey mientras este saludaba a todo aquel que conocía, amigablemente. Alis hacía tiempo que había advertido que al parecer en esa universidad se conocían casi todos; si no era por un proyecto era por un taller, por x profesor etc. Era un ambiente bastante diferente del de la facultad de medicina, donde la mayor parte de los estudiantes iban cada uno a lo suyo o con su grupo selecto de amigos… Sí, definitivamente era como pasar de un mundo a otro.
-Estábamos en mitad del examen, ¿qué iba a decirle?
-Y yo que sé. Podrías haberla cogido después del examen para invitarla a un café o algo.
Alis reaccionó en cuanto escuchó la palabra “café”. Era un amante de esa amarga bebida pero a ese paso terminaría cogiéndola manía tanto a ella como a la palabra.
-Oh no, no más cafés. Creo que ya he batido mi record de cafeína esta noche.
-Bueno pues un refresco, yo que sé. –arqueaba Mike los hombros sin saber que más sugerencias dar. -Pero más vale que espabiles o a este paso no la vas a conquistar nunca.
-Eso si no tiene novio ya… –suspiró el de ojos azules algo desanimado con la sola idea que pasaba por su cabeza.
Mike al ver a su amigo alicaído le dio unas palmaditas en la espalda, tratando de levantarle el ánimo.
-Bueno bueno, seamos positivos.
-Estará cogida Mikey, seguro. –pero el pesimismo de Alis no se iba.
-O no, eso no lo sabes.
El de cabellos negros arqueo una ceja incrédulo. ¿Mike iba en serio con todo eso? Él tan solo estaba siendo realista.
-¿Una chica lista, guapa y perfecta como ella? ¿Y encima de buena familia? Tiene que tener novio, y sino seguro que le sobran los pretendientes.
Alis noto unas nuevas palmaditas de su amigo en la espalda.
-Venga no te desanimes… oh, ya sé –y de pronto la cara de Mike se ilumino, una idea surcó su mente y una sonrisa se dibujó en sus labios. -Invítala al festival.
El de ojos azules se dio en la frente con la mano al escuchar aquellas palabras. ¿Cuántas veces le habría dicho a Mike no iba a ir a ese dichoso festival del que todos hablaban? Quizás cuando era pequeño le pareciera divertido pero todo eso había cambiado, sobretodo su actitud frente a los valores que ese día representaba.
-Mike, ¿cómo te tengo que decir que no voy a ir al festival? Ya tengo reservado el laboratorio desde hace varios días.
El de ojos café suspiro al oir a su amigo. Ese adicto al trabajo siempre estaba igual.
-Ay Alis, Alis... Con esa actitud no la vas a conquistar nunca. –entonces el chico sonrió de forma traviesa. Alguna tontería de las suyas se le acababa de pasar por la cabeza, una de esas que a Alis solían meterle en algún tipo de entuerto. El de ojos azules ya se estaba temiendo la burrada que saldría de la boca de su amigo esta vez. –Ya que tú no te decides con ella quizás la entre yo a ver si lo consigo.
La cara del de cabellos negros era un poema. Mike acababa de soltar la mayor burrada de todo el día.
-Mikey… ¿acaso estás tratando de hacerme chantaje? –lo miraba de soslayo, con cierta sospecha y algo de desconfianza. ¿A qué demonios venía sino esa actitud de su amigo tan de repente?
-¿Yo? Para nada. –decía el de ojos café tan tranquilo. -Pero ya que tú no la quieres quizás yo sí que pueda conquistarla. –agregó con algo de ego, dándose la sudadera.
-Mikey…
Pero la actitud del chico cambio de repente, dejando escapar una risita.
-Verte celoso es divertido.
Ambos tomaron asiento al haber llegado ya a la cafetería y Alis se pasó la mano por la cara tratando de olvidar lo que acababa de escuchar. Lo que le faltaba. Tener amigos para eso. No si cuando dicen que “la confianza da asco” resulta ser verdad.
-Tener amigos para esto.
-¿Entonces no voy a poder convencerte para que vengas al festival?
Y Mike seguía insistiendo con lo mismo de nuevo. ¿Es que acaso nunca se cansaba de intentarlo?
-Ya te he dicho que no puedo. Estoy ocupado.
-Oh vamos, pero si solo es un ratito Alis.
-Que no.
-Porfaaaaaa
El de gafas puso los ojitos de cachorrito más adorables que sus facciones le permitían, pero ni siquiera la mirada más inocente y suplicante podría hacer cambiar de opinión a su amigo.
-No me pongas ojitos. La decisión es definitiva.
El ceño de Mike se frunció, como el de un niño pequeño cuando se enfada porque no consigue lo que quiere.
-Aguafiestas.
Ciertamente, la confianza da asco.
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