—¿Quién anda ahí?
—Ten cuidado cariño—susurró Musca. Hỳl la agarraba por el brazo duro.
—COf, cof!—Alguien tosía en el exterior—Soy yo, Solarh—. Tribhian abrió.
—Solarh, que susto nos ha dado.
—Lo siento, sé que no son horas, pero vino en cuanto pudo.
—Entra hombre, ¿Qué te trae por aquí tan de noche?
—Noticias muchachos, hola Hỳl.
—Hola Solarh—Era la abreviatura de Solarhus—Siéntate y cuéntanos, se me fueron las ganas de cenar ¿Quieres?
—Sí, tengo el estómago vacío—Musca ya le estaba preparando un cuenco de estofado de verduras y setas.
—Salí hace varias jornadas hacia el oeste, en busca de presas para comer. Había varios sugalus por la zona, lo que me sorprendió—El resto se miraron…—Pero lo más raro era que cuando más al oeste me dirigía, más iba mermando la vegetación… Más iba cambiando su morfología, estaba cada vez en peor estado, como moribunda. Así que decidió ir más al oeste, todavía, a investigar… No había casi animales—Solarhus hizo una pausa, cogió aire y continuó—No vi ningún azúcar en kilómetros a la redonda. Me pilló una lluvia repentina y aunque hizo sol, cayó igual. Al principio era normal, pero luego el ruido empezó a cambiar, el chapoteo de las gotas no sonaba como de costumbre. Observé el suelo durante unos instantes y pude ver como comenzaba a salir humo del suelo ya chisporrotear líquido hirviendo—Solarhus estaba exaltado. Comió un poco y continuó,
—Era lluvia ácida, mis ropas comenzaron a quemarse, miren. Pude refugiarme hasta que se calmó y volví a retomar el camino de vuelta… Algo está pasando y no es nada bueno, nunca había visto algo parecido.
—Ven Solarh—interrumpió Hỳl su conversación—Observa esos sugalus, los cazó Trib de camino al oeste—. Solarhus se levantó, se asomó al exterior y descubrió los animales. Se echó las manos a la boca, no arrojó de milagro.
—Tenemos que alejarnos de aquí. Cuanto antes mejor.
—Estoy de acuerdo contigo Solarh—dijo Trib taciturno.
—Yo también, al alba parto para avisar a los míos.
—Te acompaña Hỳl—dijo Solarh
—De acuerdo.
—Hemos de quedar en un punto—decía musca mientras se llenaba otro cuenco.
—No sé cómo puedes seguir teniendo apetito, yo no voy a poder comer en días. ¡Puuuajjj!!—Hỳl miraba al techo exasperado—Dame un poco de brebaje Trib, a ver si así callo a este estómago ¿Quieres probarlo Solar?—TRib llenaba tres pequeños recipientes de cerámica verde oscuro
—Cojan—dijo.
—Voy a probar, algo tiene que quitarme este mal sabor de boca.
—No lo dirás por el estofado—dijo musca bromeando con su humor. Haciéndose la enojada.
—No no no Musca, por supuesto que no, tú siempre ha sido una excelente cocinera—rió Solar.
—¿Excelente?—dijo Tribhian entre dientes mirando por el rabillo del ojo a su compañera… Musca sonrió.
—BEeeej, esto sabe a cagada de recién nacido.
—¿Es que acaso la ha probado? Jajajajaja—rió Hỳl su propia broma.
Se distendió un poco el ambiente, la tensión se estiró hasta casi romperse y desaparecer. Se sentaron todos a la mesa.
—Bien en dos días nos reuniremos todos aquí, al alba. Solarh, así ustedes dos nos ayudan con leurysh.
—Me parece buen plan, así tendremos tiempo de hacer los preparativos—añadió Trib antes de echar otro sorbo al brebaje.
—De acuerdo H`yl, Shyana y yo tampoco tenemos mucha carga, les podemos ayudar sin problema.
PREÁMBULO
Hace muchísimo tiempo, en los albores de su aparición, esta especie, y en particular, esta raza, desarrollaron la capacidad de leer runas, incluso elaborarlas. Hasta que con el paso del tiempo se vieron capacitados para crear cierto tipo de magia a partir de ellas. Requería de mucho estudio y dedicación, y de la transmisión de toda la información a las siguientes generaciones. Esto ocurrió durante eones, tal que así, que la naturaleza en su plena sabiduría confirmó un punto y parte, en un momento determinado de la evolución de esta especie, no se sabe cuál exactamente, apareció una mutación genética, un par nuevo y una nueva combinación. Lo que dio como resultado un fenotipo con un cuadrante violeta en el iris del ojo derecho (El cuál sería más poderoso).
El genotipo sólo lo pudo transmitir los varones, y de 2ª en 2ª generación, saltándose una, eso sí se daba el caso… Era conocido como el gen de la magia.
Así que la naturaleza jugó su papel en el futuro genómico de esta especie... Pues bien, Hỳliem lo poseía. Había sido, y era un gran luchador con la gran habilidad de la magia, y poseía mucha, ya que este gen se expresaba en la calidad y cantidad del color violeta que hubiera en el ojo. Hỳliem tenía casi la ½ medial del ojo derecho, había sido el de mayor porcentaje en muchas generaciones, así que su habilidad innata de la magia era elevadamente fuerte, muy muy fuerte.
- Cuadrante supero interno del ojo derecho a 2º puesto de poder.
- Cuadrante superior externo del ojo derecho a 3º puesto de poder.
- Cuadrante ínfero externo del ojo derecho à 4º puesto en poder.
- Cuadrante ínfero interno del ojo derecho à 1º puesto, más poderoso por sí solo, solía aparecer en este cuadrante. Hỳl tenía casi la mitad medial de color violeta, lo que indicaba que era muy, muy poderoso.
Sin embargo, con él se dejó de transmitir este conocimiento que durante muchos eones se había recogido en los cerebros de cada uno de ellos, y transmitió de generación en generación para que no se perdiera en el olvido.
Intentó salvar de la muerte a su compañera de vida, por medio de la magia, pero no pudo. Lo pensó un fracaso y se juró a sí mismo no volver a utilizar la magia, ni transmitir este conocimiento de cómo dominarla y encausarla. Por lo que se cortó con él y sus nietos la línea de sucesión de esta gran habilidad que había otorgado la naturaleza como método de adaptación.
A no ser, que uno de sus nietos, el actual o el que fuere a nacer, o ambos, se diera cuenta por sí sólo de esa habilidad, si es que la había heredado… Estaba por ver, ya que este gen se expresaba normalmente a partir de cierta edad, alrededor de las 82 estaciones, lo que serían unos 12 años aproximadamente en términos humanoides.
—Pero ¿Cómo vamos a irnos así sin más?—replicó Leurishya.
—Ya has oído al abuelo. Confio en su criterio—. Selerhum si conocía el antiguo poder de Hỳliem.
—No podemos hacer otra cosa, querida Leurhys. Depende nuestro futuro de ello, si nos quedamos…—Hỳl se calló. Estaba pensativo.
—Será nuestro fin, y con él, el de nuestro estirpe y especie. Somos los últimos, sobre nuestros hombros ha caído el peso de semejante responsabilidad, tenemos que estar a la altura—Selerhum se lo había tomado con calma y filosofía—Sólo queda ir hacia delante.
—Y es lo que vamos a hacer—concluyó Hỳl.
Los dolores que aquejaban a Leurhys eran cada vez más frecuentes e intensos, acababa muy agotada después de cada aparición.
—En mi estado es muy difícil un desplazamiento ¿No creen?
—Algo se nos ocurrirá—dijo Selerhum. Recogía el camastro y hacía los preparativos.
—¡Aaaaayyyy! ¡Cómo duele! Y tu hijo sin regresar, ya lleva fuera un ciclo entero. ¿Dónde demonios es…? ¡Aaaaahhh! No puedo aguantar mucho.
—Tranquilízate pequeña, voy a ver si encuentro alguna reserva de Turbsalhya—Hỳl recogía frutas recolectadas durante la estación, y el resto de aprovisionamiento—No tenemos mucho, habrá que ir recolectando a medida que avancemos.
—¿Qué dirección hemos de tomar?—Selerh anudaba ropas y alhajas.
—Estuvimos debatiéndolo la última noche, después de mucho hablar y “beber” pensamos que la mejor opción era ir hacia el este. Y luego segun veamos las condiciones girar al sureste. Yo soy de esta última, pero Solarh esperaba más en el norte por los pastos, pero eso supondría que nos cogería más rápido el cambio por el camino.
—Uuumm, ya veremos. Ven y ayúdame con esto, quiero hacerle un camastro portátil a Leurhys.
—Vamos allá, ¿Qué andará haciendo la sabandija de Amarh?—. Amarhiam había partido hacia un ciclo en busca de Turbsalhya… No había regresado aún.
—Esperamos que nada malo, ya le conoces. Se entretiene con cualquier cosa.
—A alguien me recuerda a su edad—dijo Hỳl sonriendo—Tenemos dos ciclos para ir a casa de Musca y Tribhian. Al tercero partimos al alba, llegará a tiempo, estoy seguro.
—Pues tendremos que currar el doble hasta que eso ocurra.
El clima estaba cambiando, tanto en el interior de la improvisada y desvalida vivienda donde residían, como en el exterior. Comenzaban a soplar los vientos del norte trayendo consigo frío. Hacían su aparición antes de tiempo.
—Bien ya está todo—. Era la mañana del día de partida. La vivienda de Musca estaba a media jornada de marcha, pero con Leurhys en su estado iban a tardar una jornada completa.
—Solarh y Shyana ya están de camino aquí. Tardaban un poco más porque iban a recoger unas cosas—dijo Leurhys.
—Vale sólo queda esperar a Amarh.
—¿Quéeee? ¿Aún no ha llegado?—Hỳl y Selerh habían quedado en no decirle nada para no preocuparla, y que no aumentara sus dolores con los nervios que se cogería. Necesitaba tranquilidad así que la engañaron y le dijeron que lo habían mandado a cazar para tener los próximos ciclos. Leurhys había estado en un continuo estado de semiinconsciencia debido a la reagudización de sus dolores, y no tener Turbsalhya.
—Sí, tranquila, sólo falta que venga con algo que echar a la boca, no te preocupes—le decía Selerhum poniéndole una mano sobre el hombro para calmarla mientras miraba de reojo a Hỳl.
Al cabo de un rato apareció Solarhus y su compañera Shyana.
—Bien ¿Ya estamos todos? ¿Todo listo familia?
—Creo que sí Solarh, no se nos queda nada—decía Selerhum mirando a H`yl, pues faltaba Amarhian.
—Hola Shyana ¿Cómo estás?
—¡Hola Leurhys! Ya veo, que dentro de poco das a luz ¿Cómo lo llevas?
—Y el pequeño Amarh, ¿dónde anda? ¿Cómo está ese pequeño bribón?
—Se fue a cazar, enseguida vuelve—dijo Hỳl.
—Hace tiempo que no le vemos, debe haber crecido lo suyo—dijo Solarh haciendo el gesto de algo enorme con las manos.
—Solarh, ven, tenemos que contarte algo—era Selerhum quien lo agarraba por el brazo y se lo llevaba lejos de ambas mujeres. Mientras Leurhys y Shyana se ponían al día, Selerhum e Hỳl le explicaban la situación a Solarh.
—Pero ¿Cómo va a ser, y qué hacemos?— preguntó Solarh.
—Debemos partir sin demora, cada minuto que pasa se nos echa encima, además ahora leurhys está media adormilada de tantos dolores que sufrido, no ha tenido recaída desde anoche, por lo menos—. Hỳl estaba decidido, sabía que Amarh llegaría al destino sano y salvo incluso sin ellos.
—Es el momento, sea dicho. Partamos.
—No puedo, Amarh es mi hijo, me quedo a esperar Solarh, no puedo abandonarlo.
-¡NO! NO debes, hijo. Pues nunca te lo perdonarias, ni yo. Pero la partida ha de ser ya y tú eres imprescindible, cada uno de nosotros, si uno falla, fallaran todos. Nadie llegará—Hỳl tenía un plan.
—Seré yo quien se quede a esperar un poco más, pues tú eres más joven y fuerte, dejad mis cosas aquí. A media jornada de retraso parto en vuestra busca. Les alcanzaré.
—No padre, me quedo.
—¡Selerhum, no! ¡Te marchas! Leurhys te necesita—le gritó agarrándolo del hombro duro—Y yo sé cómo dejarle un mensaje a tu hijo de nuestra partida, y la dirección que ha de tomar, sólo necesito tiempo y tranquilidad ¿Comprendes?—Seguía hablando Hỳl con el tono de voz suavizado pero firme. No daba pie a una réplica alguna. Estaban en el exterior
—Vamos Sèlerh, tu padre tiene razón.
—Déjenlo en mis manos. A la caída de la luz crepuscular, les estaremos alcanzando—. Entraron los tres a la vivienda. Leurhys y Shyana charlaban.
—Bueno, es el momento chicas.
—Yo me retraso un poco para ayudar a Amarh con las presas, les alcanzamos en poco.
—¿Y eso, no ha regresado?
—No Shyana, pero ya está de camino—le dijo Selerhum—tranquila.
—Te ayudo con el camastro Selerh—. Era una tela unida a lo largo por varios palos redondeados, con dos laterales y más largos que servían de asidero para los transportistas. Leurhys iba acostada en medio. Solarh agarró por detrás, a los pies de Leurhys, y Selerhum por delante. Cargaron todo…
Se marcharon…
—Hasta después Hỳl!
-¡Nos vemos pronto, les llevamos la cena! ¡Tengan Cuidado!—gritó Hỳl levantando la mano mientras veía como se alejaban. Le preocupaba el cariz que estaban tomando los acontecimientos. Tenía una mueca de incertidumbre tallada en la cara.
…Estaba intranquilo.
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