Parte 2: La regente de las cascadas.
Era conocido como el “Dominio de las cascadas”. Aquel territorio que iniciaba cuando las sabanas daban paso a las numerosas serranías de poca altura, entre las márgenes de “Holy River” al norte y el Río del Índigo al sur. Al lado oeste limitaba con las montañas nevadas del Atrium pertenecientes al Sacro Reino de Granheim. Era un territorio lleno de múltiples riachuelos y arroyos que bajaban de las montañas y embellecían el paisaje con muchas cascadas.
En este territorio, dominaba la familia Mar-Mortem, quienes son descendientes de los emperadores del pueblo nativo considerado el más avanzado de la isla antes de la llegada de los potentados. Antes del arribo de los conquistadores, los Mar-Mortem sometieron y subyugaron gran parte del norte de la isla. Ellos tenían una fe pagana que adoraba a la diosa lunar y lo relativo a la muerte. Muchas bestias demoniacas, semi-bestias y semi-humanos fueron asesinados por los potentados a su llegada. Pero para evitar la extinción y aceptar que bestias semi-humanas como los elfos y pudiesen vivir, se paga un alto tributo de parte de quienes no creen en la iglesia del Resplandor Omnipotente. El Sacro Reino de Granheim recibe directamente las riquezas de los impuestos, mientras que los creyentes tienen facilidad de trabajo y no pagan gravámenes.
Sobre una alta meseta, en medio de las montañas se alzaba el castillo del dominio, una estructura circular con altas murallas y torres. Estaban hechas de tal forma que no se pudiese acceder. Dentro, en el gran salón de la Regente Mar, se promulgó la independencia del “Dominio de las cascadas”:
Señores y señoras del dominio:
150 años han pasado desde que abandonamos nuestra libertad.
Tuvimos que ver como nuestras familias y vecinos sufrían, por no pertenecer a la raza humana.
Hemos tenido que pagar grandes tributos, por no profesar al nuevo dios.
Hoy les prometo que expulsaré al Resplandor Omnipotente. La madre lunar volverá a reinar en la gran isla. Ella, como serpiente voladora, nos otorgará su fuerza.
En las sabanas del norte, un hombre, Manuhell Baldovo, sacó a los pececillos dorados con convicción y vehemencia. Unidos seremos más fuertes y por lo tanto declaro el Estado Mar-Mortem. Uno donde no habrá realezas impuestas, donde todas las mujeres, todos los hombres y cada semi-humano y semi-bestia puedan vivir en paz.
El dominio de las cascadas vuelve a ser LIBRE.
-¡Salve Dominus Regentum!
La regente Mar, era una mujer fuerte. Ella creía en las palabras de Manuhell Baldovo sobre la libertad, la igualdad y la justicia. Ella estaba dispuesta a arriesgar su privilegiada posición a cambio del logro. Si los sometidos manejaran el poder, sería el cambio que buscaban: radical y real que permitiría el desarrollo de la Gran Isla del Sur.
En el salón del dominio, además de la Regente Mar, se encontraban los comandantes de las legiones combativas a la derecha, los sacerdotes del culto lunar y del culto a la santa muerte al lado izquierdo. En el centro del salón se veían tres sillas con tres sellos:
Cranium D´Gard “Nigromante”
Lucius Bolt “Espada veloz”
Grigor Mar-Mortem, “Sacerdote de los antiguos dioses y protector de la piedra lunar”.
-Cada uno tiene un importante papel que cumplir, para que logremos nuestra meta.- Expresó la Regente a sus subalternos.
Pero el joven príncipe, hijo de la Regente Mar, entró intempestivamente a la habitación:
-Madre, no quiero huir. Yo también pelearé para defender nuestras tierras de los dorados.
-Jean Pierre, el heredero de la casa Mar-Mortem, no peleará en el frente. Debe ser parte del contingente que buscará la venganza en caso de nuestra derrota.- Dijo el Sacerdote del culto de la madre muerte.
Solo hay una opción de triunfo y todas las posibles para ser derrotados.
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