En un rincón oscuro ella se encontraba a la espera, repasando lo que había ocurrido esa misma noche, mientras intentaba aplacar la culpa usando sus instintos como excusa. Tras lo sucedido, su cuerpo se movió por cuenta propia, huyendo por horas hasta que la noche le permitió regresar en vergüenza hacia el bar donde el amable cantinero la acogió en su llegada, ahora sin saber qué hacer. A pesar de lo ocurrido Huckop la dejo entrar una vez más, pero desde ese momento solo el silencio ha estado presente entre ambos.
-Dame la cara y háblame, joven guerrera.- Dijo Huckop
-No hay nada de lo que quiera hablar, ya debes haber escuchado que sucedió a esta altura.- Respondió Miura sacando su cabeza de entre sus brazos.
-Sé que golpeaste a uno de los miembros de la banda. Todos lo saben, pero no por eso voy a dejarte estar en mi almacén sin decirme que ocurrió.-
-¿Qué es lo que te puede interesar tanto de eso? ¿Nunca has visto a alguien ser golpeado?-
-Lo he visto, pero por gente que solo tiene barro dentro de su cabeza o es un criminal. Quizá tengo mucha estima por la gente de Ferne, pero tu muchacha, no parecías ninguno de los dos.-
Miura frunció el ceño, insatisfecha por haber roto ese voto de confianza que le había dado este hospitalario desconocido. Si bien, ella sabía que no habría una amenaza tan grande como para preocuparse por él, su ubicación y lo que había pasado en la plaza eran razón suficiente para tratar de evitar cualquier intento de revelar donde se encontraba.
-No te conozco.- Respondió ella.- Pero lo que estás haciendo por mí lo aprecio. Puedo esperar que si te cuento lo que paso, mantendrás mi estadía aquí en secreto.-
-Trabajar en un bar por tanto tiempo no te enseña a ser un soplón, eso te lo puedo asegurar, aunque a nadie hace feliz que lastimen a uno de los suyos. Casi lo matas, ¿Qué ocurrió?-
-El… Se acercó demasiado…- Dijo con vergüenza en su voz.
-¿Eso fue todo lo que ocurrió?-
-No es lo que crees… He viajado ya por un tiempo. He conocido gente que habría preferido evitar y visto cosas que quisiera olvidar. Monstruos, criaturas bestiales, personas, todos son lo mismo cuando quieren cruzarse en tu camino. A veces solo olvido que debería haber una diferencia.-
Huckop la miro preocupado, mientras ella seguía sentada en el suelo al otro lado de la habitación, con sus pertenencias junto a ella, casi escondiéndose en la sombra. Con la luz de la vela su armadura adquiría algo de brillo, pero los ojos del cantinero podían ver el puño manchado con sangre, dudoso de si debería decir que escucho que ese puñetazo fue suficiente para quebrar la mandíbula del músico o preguntar si en realidad, para ella, esa no era más que una fracción de su fuerza. Él tenía miedo.
- Has pasado por mucho. Eso es lo que puedo notar, claro, a menos que seas una actriz excepcional y dudo que ese sea el caso.- Dijo mientras encontraba una caja en la cual sentarse mientras se sentaba en las sombras. – Hay algo de ti que me recuerda a cuando yo era joven, esa agresividad casi innata y esa falta de dirección. Todo era más emocionante cuando no tenías un camino que recorrer, ¿sabes de lo que hablo? Vivía al este en ese entonces, algunos de esos lugares eran más peligrosos que estas tierras vírgenes. Mis amigos y yo pasábamos cada noche a la intemperie sabiendo que cualquiera de esas podía ser la última, pero nunca tuve miedo. No hasta mucho tiempo después cuando había aprendido el valor de lo que había perdido.- La tristeza en su voz crecía con cada palabra, su rostro cubierto de sombras solo reflejaba cada vez más palabras marchitas; en su rostro solo había un dolor añejado por los años.
-Hockup…- Viendo al hombre compartir esta información la hizo bajar la guardia por un momento. Ella pudo relajarse aunque sea solo un poco, pero este relato despertaba más dudas, comenzando con él porque siquiera estaba sucediendo en primer lugar. – ¿Qué intentas decirme? ¿Qué debería estar divirtiéndome con lo que me ha pasado hasta ahora?
- ¿Crees que eres la primera persona de Ferne que conozco? ¿Crees que no he visto a otros pasar por lo mismo que tú? ¿Tú de verdad piensas que yo no sé qué lo que traes envuelto en esas telas en un relicario?-
La mirada de Miura quebró la calma que había tenido en los momentos anteriores, abriéndose como grandes hocicos de lobo a punto de devorar a su presa mientras ella se levantaba de las sombras y sujetaba su espada para desenvainarla.
-H-Hey… Calma… Yo no te hare nad…- Las palabras de Huckop se ahogaban en su propio terror, la presencia de Miura había cambiado por completo, inundando la pequeña habitación con una sombra aún más grande que la causada por la noche.
- Ahora tiene sentido. La razón por la que me ayudaste. No tendría sentido de otra forma. Recibir a una desconocida de la forma en la que lo hiciste, porque sabias del relicario. ¿Cuántos están contigo? ¿Están esperando afuera de este lugar, no es así?- La voz de Miura había tomado un tono increíblemente intenso, como si estuviera peleando contra sí misma para no abalanzarse contra él.
- Miura, C-Calma… ¡No es lo que piensas!-
- ¡No me mientas! – Grito ella, mientras clavaba la espada en la pared detrás de él, evitando darle al cuello por apenas un cabello, cortando la distancia entre ellos tan rápido que la llama de la vela temblaba. - ¿Crees que es mi primera vez también? Si sabes lo que cargo, sabes lo que debo haber pasado hasta ahora. Esta cicatriz en mi rostro te puede decir toda mi historia con solo verla, ¿no crees?-
-Escucha… Joven, no tengo nada contra ti… Yo he conocido a otros que han pasado por lo mismo que tu… Se sobre la recolección de los tesoros… Yo solo quería que supieras que no encontrarás la felicidad en este camino.-
-¿De qué demonios hablas, viejo? Deja de hacer tiempo y dime la verdad o tu cabeza rodara aquí mismo.- Respondió ella cada vez más furiosa.
- ¿Cuánto tiempo de tu vida has perdido en esto? ¿Qué tanto tuviste que dar de ti misma para hacerte así de fuerte y luego comenzar con el reto? Cuando todo esto acabe estarás sola y llena de cicatrices, solo para recuperar alguna especie de honor. Escucha las palabras de un viejo, esto no vale la pena.-
- Tu… En verdad no tienes intención de tomar el relicario…- Dijo Mirua, dándose cuenta con cada frase que la naturaleza de Huckop estaba alejada a lo que ella creía. - ¿Quién te crees que eres para hablar con tal ligereza de mi viaje? Tú no sabes mis motivos. Creer que eres tan capaz de juzgar a un Ferniano solo por tener unas décadas de vida te hace ver como un arrogante.- Exclamo mientras su rostro cambiaba otra vez, en un tono más deprimente. Avergonzada cubre su cara con su mano, acercándose a las sombras, dándole la espalda al hombre aterrorizado frente a ella.- Esto solo sigue ocurriéndome.
- Quizá no sepa el por qué recorres este camino maldito, pero es gracias a él, estuviste a punto de cortarle la cabeza a un hombre inocente.- Dijo Huckop aliviado de ver la espada alejándose de él, mientras sujetaba su cuello buscando tranquilidad.
-¿Qué tan inocente puede ser alguien que sabe tanto del reto sin ser de Ferne? No es algo que divulguemos por donde pasemos… Pero lo que sea que hayas hecho es cosa tuya, viejo.- Dice Miura, mientras guarda una vez más su espada y comienza a recoger sus cosas.
-¿Eh? ¿A dónde crees que vas? Todavía es de noche.-
- Estuve a punto de acabar contigo hace un momento. No tuve ni un ápice de duda y no creo que haya hecho algo malo al pensar que podías ser una amenaza; por esa misma razón tampoco puedo quedarme aquí tras faltarte el respeto de esta manera, cuando fuiste quien me ayudo dándome de comer e incluso un lugar donde quedarme.-
- No puedes salir a esta hora. No hay forma de saber que te encontraras por el camino hasta las otras ciudades ni que tan lejos llegaras con lo poco que me pudiste comprar temprano. Por favor, quédate un poco más. Yo comprendo por lo que pasaste, pero no puedo dejar que alguien solo vaya a su muerte.-
- No podría estar bien con ello. – Dijo Miura acercándose a la salida del almacén – Hay pocas cosas que puedo decidir en un viaje como este. No tengo dinero suficiente para decidir qué comer o donde quedarme, no siempre puedo encontrar la forma de donde viajar a donde quiero y tampoco puedo escoger contra quien peleo… Pero lo que puedo decidir es a quien darle las gracias. Gracias Huckop.-
Miura finalmente se alejó del almacén. Cruzando las calles en penumbra, buscando el camino que la alejara de Ormos tan pronto como fuera posible. Casi todas las áreas se encontraban a oscuras, con excepciones muy especiales como lo es la plaza de comercio donde ella estuvo más temprano, cosa que le favoreció para no ser encontrada. Era una hermosa noche, la luna tenía un precioso brillo, nubes recorrían el cielo nocturno dibujando con delicadeza formas irreconocibles para los habitantes en sus casas y los viajeros en las embarcaciones. Todas estas personas estaban en donde debían estar o al menos se dirigían en esa dirección, pero no Miura, ella había vuelto a este ‘Camino Maldito’ sabiendo que para estas personas, nada habría cambiado para mañana cuando sus pisadas hayan sido borradas por la tierra.
-¡Espera!- Se escuchó a lo lejos, mientras unos pesados pasos resonaban a las espaldas de la guerrera quien al voltearse, vio nuevamente al cantinero.
- ¿Qué ocurre, Huckop?- Dijo Miura sin hacer contacto visual.
- Llévate esto al menos.- Le respondió mientras le arrojaba una bolsa.- Son nueces Karradam. Son ricas pero tienen un horrible aroma, si hay algo allá afuera que quiera cazarte, con algo de suerte se lo pensara dos veces si apestas de esta forma. También agregue una piedra fugaz, si la golpeas te servirá como lámpara por un pequeño rato… Solo… Mide tu fuerza, ¿De acuerdo?-
- Estas cosas… Son costosas, ¿No es así?- Respondió la guerrera con algo de tristeza en su mirada.
- Es de lo más costoso de mi mercancía.- Exclamo Huckop mientras dejaba salir una estruendosa risa entre jadeos de cansancio.
- No puedo… Solo aceptar algo así después de lo que paso.-
- No es un regalo, joven guerrera. Es un préstamo. Estas en deuda ahora. Ve a donde tengas que ir, haz lo que tengas que hacer, encuentra lo que estás buscando… ¡Y cuando todo eso haya pasado, vuelve a pagar lo que me debes!-
- Haha… Eres un buen hombre. Tienes un trato, te regresare lo que estas prestando e incluso lo multiplicare. No dejare mi honor se manche con una deuda sin pagar. Volveré.- Dijo mientras dio la espalda una vez más y solo se alejó.- Nos veremos después, cantinero.
Así fue la despedida, mientras un camino por delante se abría más allá de los límites de su imaginación, Miura recorrió una vez más un sendero de dolor que solo ella podía recorrer para obtener lo que más deseaba. Noches incesantes había vivido donde el final de este viaje se acercara, pero cada vez su objetivo se hace más real y ahora solo debía soportar un poco más. « Solo espérenme un poco más, por favor. No les fallare.» Pensó, mientras el brillo de su armadura desaparecía entre las sombras de Roman hasta que abandono Ormos sin saber si podría regresar alguna vez.
Comments (0)
See all