A media mañana del día siguiente, Kyle volvió a meditar con Marius, esta vez tardó menos tiempo en concentrarse, pero aún así le costó bastante. Tras acabar, Kyle subió al piso a desayunar, encontrándose con Steph en la pequeña cocina de la casa.
-¡Oh, Kyle! -Steph había despertado sonriente- Tengo que decirte algo.
El joven dió un bocado a la manzana que había pillado e inclinó la cabeza hacia un lado.
-La siguiente parte del entrenamiento... -Juntó las yemas de sus dedos índice- La harás conmigo.
-¿Contigo? -Kyle obrió bastante los ojos, algo sorprendido- Y... ¿Qué vamos a hacer?
-Es un secreto. -Steph guiñó un ojo al chico- Te veo en una hora en la sala de entrenamiento.
-Va... -Su compañera salió rápidamente de la cocina- ...le.
Marshall pasó por delante, con su habitual cigarrillo en la boca.
-Hola chico -Le saludó amistosamente- ¿Qué tal te ha ido con Marius?
-Bueno... Cuesta un poco... Pero creo que podré dominarlo dentro de poco.
-Me alegro... Mucho. -Miró en la dirección en la que había ido Steph- Por cierto, suerte con el entrenamiento de Steph, te va a machacar...
Kyle tragó saliva y se encogió de hombros. Una hora después, descendió de nuevo a la sala de entrenamiento, la cual estaba más ruidosa de lo normal. Entró y observó como Steph armaba un escándalo tratando de mover una máquina que parecía bastante pesada.
-¿Necesitas... ayuda?
-Un poco no me vendría mal, hehehe... -Se pasó la mano por la frente para limpiar el sudor.
El joven se acercó y los dos consiguieron mover la máquina tras un corto pero gran esfuerzo.
-Y... -Dijo Kyle, jadeando- ¿Qué se supone que és esto?
-Lo que me ayudará a entrenarte.
Steph se acercó a la máquina y pulsó un panel oscuro que se encontraba en un lateral. El artefacto, parecido a una incubadora pero tres veces más grande, desplegó dos barras de unos dos metros hacia arriba, unidas por otra barra horizontal; seguidamente, desplegó sus cuatro lados, dejando ver una... ¿Cinta para correr?
-Sube -Steph le animó con una mano mientras se acercaba a la pequeña consola de la máquina.
Kyle obedeció, se subió a la cinta y se quedó parado, esperando órdenes. Steph terminó de configurar el armatoste, se alejó un poco y pasó su dedo por el brazalete negro de su muñeca izquierda, que se iluminó mostrando una pequeña pantalla holográfica.
-Bien, ésto ya está... -Terminó de ajustar unos parámetros en la pequeña pantalla- Veamos si funciona...
La máquina creó una cúpula holográfica a su alrededor, dejando a Kyle encerrado, la cinta comenzó a moverse.
-¿Qué- Qué es esto? -El chico no tuvo más opción que comenzar a correr.
-Se trata de una máquina especializada en entrenar portadores, ya que ofrece un método de entrenamiento que los humanos normales no pueden soportar debido a sus cualidades físicas.
-¿Explicación para tontos?
-Los portadores, al tener parte artificial, tienen unas aptitudes físicas superiores a los humanos normales, como la fuerza física, la agilidad y la resistencia.
La velocidad de la cinta aumentó; Kyle aguantaba bien el ritmo, aunque no estaba en la mejor forma física.
-¿Y correr és un entrenamiento únicamente para portadores?
Steph tecleó algo rápidamente en su pantalla y unos brazaletes de humo sólido aparecieron en las muñecas y tobillos de Kyle.
-¿Qué has hecho? -Comenzó a costarle más moverse- Me siento pesado...
-Tan sólo he añadido un poco de dificultad al asunto. -Ajustó sus gafas- Y es una muy pequeña parte de todo lo que puedo hacer...
A Kyle le entró algo de miedo, pero intentó apartarlo y seguir con el entrenamiento. Steph lo mantuvo corriendo durante al menos una hora y media; cuando acabaron, el chico cayó rendido en el suelo.
-Hace mucho... que no hago... -Kyle no dejaba de jadear- nada de ejercicio...
Steph se le acercó y le acarició la cabeza.
-Tranquilo... -Dijo sonriendo- Te acostumbrarás.
Tras un pequeño descanso para recuperar fuerzas, retomaron el entrenamiento.
-Marius ya te habrá contado seguramente que para controlar tus poderes necesitas un equilibrio mental y físico.
El joven asintió.
-Bien... Lo más importante que debes saber es que tu poder va a intentar tomar el control de tus pensamientos cuando desees usarlo, además que la presión que éste ejerce sobre su cuerpo és cada vez mayor dependiendo de la Fase en la que se encuentre.
-Eso quiere decir... que si quiero llegar al nivel del General...
-Necesitarás años de entrenamiento...
-¿Años? -Kyle se entristeció- Es... mucho tiempo...
-El nivel de poder del General Supremo es mucho mayor de lo que imaginas... Vuestra diferencia de poder puede compararse con una montaña y un gijarro...
-Pero si entreno... seguramente pueda...
Una voz masculina sonó al otro lado de la sala.
-La probabilidad de que lograses vencer al General Supremo en un combate es casi inexistente, tanto para tí como para cualquiera, por eso nadie quiere plantarle cara.
-¿Marshall? -Kyle se sorprendió- ¿Qué haces aquí?
-Tan sólo pasaba a ver qué tal iba la cosa... -Miró a Steph- ¿Qué tal lo lleva?
La muchacha miró la pantalla de su brazal.
-Por lo que parece, mejor de lo que esperaba, pero aún necesito más datos.
Marshall se acercó a los dos y se sentó en la máquina de ejercicio.
-Kyle... -Inhaló un poco de su cigarro y expulsó una bocanada de humo blanco que se fue desvaneciendo- ¿Sabes por qué el General Supremo és el más fuerte de todo el Imperio Negro?
-Oí algunas historias sobre eso, pero no lo recuerdo bien...
La mirada fría de Marshall penetró en los ojos de Kyle.
-Fue el único capaz de someter a los Tres Dioses, quienes hasta su llegada, eran ajenos al Imperio, pero usualmente ofrecían sus servicios a éste a cambio de grandes cantidades de dinero. Ahora son conocidos como la Élite del Imperio, por encima de los Cinco Comandantes, quienes están al cargo del Ejército Imperial...
Kyle palideció.
-¿T-Tres D-D-Dioses? -Balbuceó- ¿E-E-El General Supremo combatió a tres Dioses al mismo tiempo?
-No son dioses en sí... Tan sólo son tres guerreros cuya fuerza se equipara con un dios... Yo...
Durante un segundo, el silencio inundó la sala.
-Yo conocí a uno de los Tres Dioses.
Los ojos de Kyle se abrieron como platos.
-¡¿T-T-Tú conociste a uno de ellos?!
Marshall fumó de nuevo.
-Durante mis años en la División Elemental realicé cientos de operaciones, pero jamás olvidaré aquella vez... -Agachó la cabeza y se apoyó en su brazo derecho- Cuando el Imperio aplicó el "Protocolo Skyfall" en Narami...
-¿Protocolo Skyfall?¿Narami? -Las preguntas en la cabeza de Kyle aumentaban.
La expresión de Marshall se tornó de piedra.
-El protocolo Skyfall implica la exterminación total de la población de un planeta y la esclavitud permanente de los supervivientes... El Imperio envía a la División Elemental, cien naves de combate, cien mil soldados... Y a uno de los Tres Dioses...
-Eso es horrible...
-Tan solo el General Supremo puede solicitar el protocolo, en caso de que un planeta ofrezca una gran resistencia a la hora de acceder a él; desafortunadamente, me tocó servir en esa operación... Jamás olvidaré a toda esa gente siendo asesinada por mis propias manos... Ancianos, adultos y niños... Tampoco seré capaz de borrar la imagen de Gladius, riendo sobre los cadáveres de miles de Naramianos... Nunca podré...
Steph se acercó a Marshall y le acarició la cabeza, intentando relajarle.
-¿G-Gladius? -Kyle seguía impactado por la anécdota de su maestro- ¿Ese era...?
-Uno de los Tres Dioses... Gladius el Devorador de mentes.
Un escalofrío recorrió la espalda del joven. Se había quedado aterrado por el nivel de poder de la Élite del Imperio... ¿Sería capaz de superarlos? Si seguía un entrenamiento intenso, probablemente llegaría a plantarles cara, pero... ¿Podría hacerlo solo? Marshall, Steph y Marius son fuertes, pero no le bastaría con ellos tres para plantar cara a un Imperio con millones de hombres en sus filas... Una sola frase se formó en la mente de Kyle.
Seré más fuerte.
Los traficantes habían metido a los esclavos bajo tierra, en el sótano más bajo de su base y distribuídos en celdas de diez. Cuando bajaron de la aeronave eran treinta y dos, pero dos de ellos habían muerto tras intentar huir de los que se hacían llamar Black Crowns.
Ahí abajo el tiempo se hacía eterno, no sabían si era de día o de noche, y si preguntaban, se llevaban un golpe en la mandíbula. Kyra estaba sentada, inmóvil en un rincón de la celda, acurrucada y con la cabeza apoyada en la pared, tratando de dormir; aquellos traficantes pretendían usar sus poderes, al igual que sus anteriores amos, quienes la habían maltratado desde que tenía ocho años.
-Ojalá pudiera acabar con mi vida ahora mismo... -Susurró con una voz débil.
Nadie pareció escucharla, los otros esclavos de la celda estaban centrados en intentar dormir, al igual que ella, pero sus ojos no parecían querer cerrarse, a lo que se sumó el hambre que pasaban allí metidos, con una pasta grisácea como comida que tenía que repartirse entre los diez. Kyra comenzó a tararear en un tono de voz muy bajo lo único bonito que recordaba.
-Pajarito... Pajarito... La Princesa te llama... La Princesa te llama... Pajarito bonito... Pajarito dorado... La Princesa te llama... -La muchacha suspiró, con una lágrima cayendo por su mejilla- La princesa... te llama.
Recordaba la dulce voz de su madre cantando esa canción... antes de apartarse de ella.
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